Ojos para la Paz
Occidente insiste en su arrogancia, incluso agudizándola, y
llena el mundo de consignas y eslóganes que su poderosa red mediática difunde:
“nosotros somos los buenos y los otros los malos; la OTAN, estructura
defensiva, tiene derecho a expandirse, armarse y cercar a Rusia, y esta debe
someterse, porque si reacciona responderemos a su agresividad, injustificada y
perversa, militarizando su entorno”. Así puede resumirse la consigna que inunda
las instancias políticas y se enseñorea de los medios de comunicación de
Occidente, donde una pléyade de periodistas, comentaristas y expertos, la asume
haciéndola ideología mendaz y provocadora: un coro de lacayos de sobrecogedora
adaptación al discurso oficial, de unanimidad sin precedentes y de exhibición
lamentable de un periodismo sin honor.
LA GUERRA DE UCRANIA Y LA FARSA DE LOS “VALORES
OCCIDENTALES”
Pedro Costa Morata
La guerra de Ucrania y el enfrentamiento general con Rusia
se explica, desde Occidente, como un noble episodio de vigencia y de defensa de
los “valores occidentales”, democráticos y morales, sobre todo, cuya génesis
histórica pretende no tener parangón y que se considera motivo de admiración e
imitación por el resto del mundo y sus “otras” culturas. Así, la “cultura” de
Occidente quiere resumirse, de modo extraordinariamente explícito y con un
grado de homogeneidad sin precedente, en esta guerra.
Son muy pocas las voces que ponen en evidencia las miserias
triunfantes de un mundo cultural/civilizacional aferrado a prolongar, sin
autocrítica alguna, una descomunal farsa hecha de hegemonismo, agresión y
codicia: una extraordinaria puesta en escena en la que una alianza militar, la
OTAN, dirigida y manipulada por Estados Unidos, que no disimula la orientación
que le imprime según sus intereses particulares, pretende ostentar la esencia
de ese Occidente y esos valores, lo que sin duda consigue llevando a sus más
altas cotas la impostura.
Porque, en primer lugar, somos nosotros, Occidente, quienes
decidimos y subrayamos qué es Oriente, es decir, quienes son los Otros, los que
ni viven nuestra cultura o valores ni aceptan someterse a ellos, que hemos
decretado como superiores y merecedores de ser compartidos y asumidos, siempre
según nuestra interpretación y bajo nuestra dirección y control. Y por eso, en
esta guerra, de enfoque mediático inconcebiblemente monocorde, se pone el mayor
cuidado en ocultar las causas de la crisis, inmediatas y profundas, ya que se
considera que el enemigo -la Rusia de Putin, a la sazón- reúne todos los
elementos posibles para constituirse en objetivo, rotundo y “ejemplar”, a batir
por la superioridad neta e indiscutible de esos valores, que se ponen en marcha
con un militarismo implacable.
Descripción: Cumbre de la OTAN Madrid 2022 Ifema - 44
PEDRO COSTA MORATA
La OTAN en concilio y la enésima cruzada de Occidente
Se trata de un escenario de farsa muy elaborada, tanto en la
forma como en el fondo, del que se enseñorea un etnocentrismo sin ambigüedades:
raza escogida (blanca, por supuesto), seleccionada por la historia para
civilizar a las demás, llevándolos (por las buenas o por las malas) por el
camino de esos valores que, a la postre, deben ser democráticos y económicos.
La palabra es, en efecto, etnocentrismo, es decir, una
visión del mundo y las cosas según la etnia y cultura dominantes, que han sido
europeas, con exportación a América y gran parte del mundo, y consiguiente
“sublimación” en Estados Unidos (que añade muy notables y decisivas
particularidades, destacando la religiosidad que impregna el relato de su
origen, sus pioneros e incluso sus padres fundadores, los constitucionalistas
de 1787; todo ello exhibiendo en los hechos un cínico y grotesco discurso de
Nación distinguida por Dios y destinada, en consecuencia, a dominar un mundo
necesitado de su guía).
HORDAGO EL SALTO
Para el caso, la versión etnocéntrica que
nos interesa, la eurocéntrica (en la que puede y debe incluirse perfectamente
la “variante” norteamericana, como decimos) mantiene una posición
permanentemente colonial respecto del mundo ajeno, es decir, de dominio
“justificado” y “documentado” de todo y todos los demás: pueblos, culturas,
recursos… Una colonización eminentemente económico-cultural, que sustituye, y
en gran medida prolonga, a aquella anterior, de tipo político-militar.
Y si, por circunstancias coyunturales, los antiguos imperios
coloniales se ven urgidos a darse golpes de pecho lo hacen aludiendo a sus
errores en la colonización… pero nunca reconociendo sus crímenes contra la
humanidad (genocidios, esclavitud, saqueo de recursos naturales…). En los
últimos años se ha producido una serie de “reconocimientos de errores” por
parte de viejas potencias coloniales -Holanda, Bélgica y Francia, que el Reino
Unido no cede a arrepentimiento alguno-, evitando llamar a las cosas por su nombre,
es decir, haciendo un paripé carente de sinceridad, toda vez que estas
dignísimas naciones mantienen su poder económico y su nivel de vida por un
neocolonialismo, económico, cultural y no pocas veces militar, siempre al
acecho de nuevas víctimas.
Estas dignísimas naciones mantienen su poder económico y su
nivel de vida por un neocolonialismo, económico, cultural y no pocas veces
militar, siempre al acecho de nuevas víctimas
El eurocentrismo es también producto de una poderosa
ficción, que es la judeocristiana, que actúa en el subconsciente y la cultura
de los occidentales pretenciosos. Es la hipocresía judeocristiana, de
observancia obligada al ser producto de un gigantesco mito que, pese a su éxito
histórico universal, carece de racionalidad y sustancia: porque no hay ningún
Dios “superior” a cualquier otro, ni “más verdadero”, ni religiones superiores
(y mucho menos las del tronco judeocristiano, cuya acumulación de crímenes no
ha podido superar ninguna otra).
El núcleo del poder de Occidente (con sus valores de apoyo),
es decir, lo que fue constituyéndose desde esta compleja estructura dándole
sentido y “vocación”, fue el poder de la economía y los negocios, éstos últimos
nada disimulados en las ingentes tareas de la colonización de países y pueblos.
Y al servicio de esta empresa expansionista surgió el modelo político
correspondiente: la democracia parlamentaria como neta creación del poder
económico (harto de enfrentarse a la pesadez política y la falta de iniciativa
económica de reyes y coronas).
Descripción: Cumbre de la OTAN Madrid 2022 Ifema - 14
WOLFGANG STREECK
Medios de destrucción
Occidente pretende, hoy como ayer, el exportar su democracia
a los pueblos y estados carentes de ella y, por lo tanto, necesitados de ese
avance civilizatorio. Pero esto no es sólo un ejercicio de cinismo -los apoyos
de las democracias “genuinas” a dictaduras y tiranías por todo el mundo así lo
acreditan- sino que resulta una pretensión falaz: no es fácilmente inteligible
considerar que la democracia pueda ser un producto de exportación como otro
cualquiera, ya que no deja de ser producto de una sociedad concreta en un
tiempo histórico dado, lo que impide que pueda haber un “modelo democrático
universal”. Es decir, que ni la democracia parlamentaria ni el liberalismo ni
la libertad que dicen garantizar ambas instituciones son valores absolutos ni
universales, sino el producto de una concreta ideología, hecha de racismo,
hegemonismo, dominación, mesianismo y falseamiento sistemático de la realidad.
Ni la democracia parlamentaria ni el liberalismo ni la
libertad que dicen garantizar ambas instituciones son valores absolutos ni
universales, sino el producto de una concreta ideología, hecha de racismo,
hegemonismo, dominación
Por supuesto que esos valores de democracia y libertad con
que se quiere cercar a Rusia (que no es considerada parte de Europa ni mucho
menos de Occidente), no se aplican a la ocupación de Chipre y el norte de Siria
por Turquía (¡es de la OTAN!) ni a la ocupación de territorios palestinos,
sirios o libaneses por Israel, que es un Estado distinguido por Dios (como el
nuestro, dirá Biden).
Es de destacar, en todo caso, la falta de valor de Occidente
-me refiero a la intelectualidad y los líderes de opinión- en reconocer las
otras culturas y valores afectados por ese hegemonismo, que nunca en la
historia (de Occidente, claro) ha sido sometido a revisión, duda o, mucho
menos, marcha atrás, llevando al mundo a continuas crisis y desastres. La OTAN
es una de esas pruebas, actuales o recientes, de rotunda negativa a reconocer
las propias injusticias de un posicionamiento que, además, necesita incrementar
sus falacias de puro y descarnado dominio mantenido con la violencia o la
amenaza.
Esta violencia, que se corresponde con esas pretensiones de
choque, es ante todo militar, pero también es religiosa, económica, cultural e
incluso filosófica ya que ese etnocentrismo, profundamente instalado en las
mentes y conciencias, genera el pensamiento -principalmente el político-
correspondiente y adaptado, que también ha pretendido, con evidente éxito,
imponerse a otras áreas de estructura mental y filosófica diferentes (y en nada
inferiores). En efecto, los pensadores de nuestro racionalismo, ya a partir de
los siglos XVI y XVII, elaboraron una filosofía etnocéntrica y occidentalista,
a la par que un pensamiento político, un derecho y, no digamos, una ideología
económica que han tenido como objetivo común el justificar y consolidar esa
visión del mundo y esa dominación. Ahí tenemos a John Locke, tenido por el
principal teórico de la democracia inglesa, con su celebrado Tratado sobre el
gobierno civil (1660), brillante relato liberal-individualista que no le
impidió, ni mucho menos, ser accionista de una compañía que traficaba con
negros.
Pero Occidente insiste en su arrogancia, incluso
agudizándola, y llena el mundo de consignas y eslóganes que su poderosa red
mediática difunde: “nosotros somos los buenos y los otros los malos; la OTAN,
estructura defensiva, tiene derecho a expandirse, armarse y cercar a Rusia, y
esta debe someterse, porque si reacciona responderemos a su agresividad,
injustificada y perversa, militarizando su entorno”. Así puede resumirse la
consigna que inunda las instancias políticas y se enseñorea de los medios de
comunicación de Occidente, donde una pléyade de periodistas, comentaristas y
expertos, la asume haciéndola ideología mendaz y provocadora: un coro de
lacayos de sobrecogedora adaptación al discurso oficial, de unanimidad sin
precedentes y de exhibición lamentable de un periodismo sin honor.
Descripción: España OTAN aniversario
Si , es verdad, nunca he entendido a que se referian con los
valores occidentales, si a los valores
de la Bolsa de Walt Street, o a
cuales...porque los valores de verdad: Libertad, Justicia, Igualdad, ...brillan
por su ausencia. El valor mayor de
occidente es su hipocresia y doble moral, porque dan mucha importancia a
Ucrania y luego bien poco que piensan en Palestina, Sahara, Yemen,
Haiti,... Hablan de la Solidaridad pero
es muy selectiva, sólo para que la gente se conforme con lo que le dicen y haga
lo que le mandan: mascarilla, vacuna, PCR... pero ¿donde está la Solidaridad de
verdad, con Palestina, Sahara, Yemen....?
de nuevo brilla por su ausencia.... de verdad me da un asco..