Entrevista
a IlanPappé: “El sionismo fue construido mediante la
expropiación de tierras”
ilan-pappe
Khalil Bendib/Resumen Latinoamericano/Mondoweiss/Rebelión,
14 de septiembre de 2015 – IlanPappé es un intelectual e historiador
israelí, autor de una vasta obra en la cual denuncia al sionismo y la represión
constante del Estado de Israel contra el pueblo palestino. En la actualidad es
profesor de historia en la Universidad de Exeter, Reino Unido, luego de ser
expulsado de la Universidad de Haifa debido a su postura crítica y sus
reveladoras investigaciones.
RL -Ilan, su libro más reciente,
escrito con Noam Chomsky y titulado: “Sobre
Palestina”, ofrece un interesante contraste entre las viejas y
las nuevas perspectivas de la izquierda sobre la cuestión de Palestina, entre
el pensamiento de dos generaciones sobre esta cuestión. Uno de los contrastes
más marcados es la cuestión fundamental de la llamada solución de dos estados:
gran parte de la izquierda liberal –siguiendo los pasos de la venerada
‘eminencia gris’ de la izquierda estadounidense, Noam Chomsky– básicamente
abandona el principio ético de la igualdad de derechos para todos en nombre del
pragmatismo. Usted habla de una vieja conversación versus una nueva conversación,
y de un cambio de paradigma. Háblenos un poco más sobre esto.
I.P
-La idea surgió porque cada vez que viajo fuera de Palestina y hablo con la
gente, las personas tienen dudas acerca de estas ideas de dos estados, un
estado, y me dicen: “Usted sabe que es el pueblo mismo el que tiene que
decidir. No es nuestro papel fuera de Palestina o fuera del contexto palestino
o israelí, dar consejos a las personas sobre cuál solución es correcta o
equivocada”. Y yo por lo general respondo –y esa es la cuestión que planteo en
el libro– que no es sólo cuestión de si uno apoya una u otra solución; el
aspecto más importante de esto es: ¿entiendes las implicaciones que tiene el
paradigma de la solución de dos estados? Porque de lo contrario uno se enreda
en preguntas: ¿Es eso posible? ¿Es viable un solo estado? Y para mí eso no es
lo que está en discusión, todavía. El debate principal es qué se esconde detrás
de la idea de la solución de dos estados. Lo que está detrás de la solución de
dos estados es este concepto: si el movimiento nacional judío y el movimiento
nacional palestino llegaron más o menos al mismo tiempo al mismo lugar, y no
fueron capaces de resolver la cuestión de a quién pertenece la tierra, y no
fueron capaces de reconciliarse, lo que se necesitaba era una suerte de hermano
mayor –en la forma de Estados Unidos y Gran Bretaña– que ayudara a estas dos
partes a reconciliarse sobre la base de un enfoque yanqui de tipo empresarial,
donde se divide la tierra, se divide la responsabilidad, y etc. Y esa es una manera
muy equivocada de leer toda la historia de Palestina desde la llegada del
movimiento sionista a finales del siglo XIX hasta la actualidad.
Esto no es un conflicto entre dos movimientos nacionales que
luchan por el mismo pedazo de tierra. Se trata de la lucha entre un movimiento
colonialista de asentamiento que llegó a fines del siglo XIX a Palestina y
todavía intenta hoy colonizarla haciéndose de la mayor parte de la tierra con
la menor cantidad de población nativa posible. Y la
lucha de la población nativa es una lucha anticolonialista. Hay que ir a
cualquiera de los estudios de caso históricos de un movimiento anticolonialista
luchando contra una potencia colonialista y preguntarse: ¿en algún momento la
idea de dividir la tierra entre el colonizador y el colonizado se presentó como
solución razonable? Sobre todo para las personas que eran de izquierda o se
consideraban a sí mismas como miembros conscientes de la sociedad. Y la
respuesta es un rotundo no; por supuesto que nadie admitiría la división de
Argelia entre los colonos franceses y los nativos argelinos. E incluso en
lugares en los que hubo colonialismo de asentamientos, es decir, en los que la
población blanca en cierto modo no tenía adónde ir, como en Sudáfrica: si una
persona progresista sugiriera hoy que había que dividir el territorio de
Sudáfrica entre la población blanca y la población africana, sería considerada
demente en el mejor de los casos, y en el peor, hipócrita y fascista. Esta
lógica, que es tan clara para mucha gente en cualquier otro lugar del mundo, de
alguna manera no funciona en el caso de Palestina. Y por eso es tan importante
para mí explicar que parte del problema es lo que yo llamo la vieja ortodoxia,
el viejo lenguaje que utilizamos, incluso las personas progresistas que apoyan
al pueblo palestino. El discurso de los dos estados en realidad es un lenguaje
que no describe adecuadamente la realidad sobre el terreno en Palestina.
RL
-Un problema fundamental que usted plantea
es que, a diferencia de la lucha sudafricana, donde los opositores al
apartheid no tenían ningún reparo en oponerse a la ideología de apartheid, una
gran parte del movimiento de solidaridad con Palestina no se atreve a denunciar
la naturaleza del sionismo. Y cuando eso ocurre se lo considera o se lo llama
antisemitismo. Comente más por qué esa es una falla fundamental del movimiento.
IP
-Sí, sin duda. Éste es un ejemplo importante. Está conectado con otro término
–tal vez vamos a volver sobre esto en la charla–, y es que en vez de hablar de
la solución de un estado, yo sugiero hablar del cambio de régimen.
RL
-Sí, sí. Hemos hablado de eso.
IP-Los
dos están conectados en el sentido de que cuando se analiza la situación en
Palestina, cuando nos preguntamos por qué la población palestina fue expulsada
masivamente en 1948, por qué a las y los palestinos en Israel se les puso bajo
régimen militar entre 1948 y 1967, por qué ese régimen militar fue trasladado
desde Israel a Cisjordania y la Franja de Gaza ocupadas en 1967, por qué los
beduinos en el sur de Israel y las poblaciones palestinas en el norte de
Israel, al igual que los que viven en Jerusalén, están sometidas a una política
de expropiación de la tierra y de estricto control en los lugares donde viven,
y por supuesto la pregunta: por qué Israel se niega a permitir que los
refugiados regresen, e impone un sitio tan inhumano a Gaza; cuando nos hacemos
todas estas preguntas y buscamos la respuesta, sabemos ahora –mejor de lo que
sabíamos antes– que la razón de todo esto es ideológica: es la ideología sionista.
Todas estas políticas son tácticas que tratan de conservar
la tierra de Palestina como parte de Israel sin considerar demográficamente a
las y los palestinos como parte de los ciudadanos y ciudadanas de esa tierra. Y
esta idea de segregar los derechos de
las personas nos es familiar. Ahora bien, eso es una ideología; no es una
respuesta táctica a un problema, ni es sólo una política. Ni siquiera es una
estrategia. Es la visión sionista, compartida por todos los partidos sionistas.
Y es el principal y casi el único obstáculo para la paz y la reconciliación en
Israel y Palestina. No abordarlo, y sólo hacer frente a las políticas israelíes
aquí o allá, sería similar a abordar ciertas políticas de Sudáfrica durante el
apogeo del Apartheid sin tocar en absoluto al apartheid. Y esto, por supuesto,
se complica aún más. No sólo los políticos y los medios de comunicación y el
mundo académico se niegan a reconocer que la razón principal de la inhumanidad
que campea en Palestina desde el siglo pasado es la ideología sionista; no sólo
lo ignoran, sino que acusan a cualquiera que no lo haga de ser antisemita. Como
si quienes condenaban al apartheid como ideología durante el apogeo de ese
régimen nefasto hubieran sido acusados de ser anti-cristianos. Como te habrás dado
cuenta en el libro, estoy aún más perplejo porque amplios sectores en el mundo
occidental que por fin entienden esto, están siendo condenados por antisemitas
por sus propias élites políticas; a pesar de que, por cierto, muchas de esas
personas son judías.
RL
-Bueno, entonces son “judíos que se odian a sí mismos”. (risas). Así que no se
puede escapar del estigma.
IP
-No. De hecho, es un fenómeno que si uno lo mira con ojos fríos, es una locura.
Es realmente una locura que, por ejemplo, cuando activistas judíos progresistas
de Estados Unidos –que estuvieron en la vanguardia de la lucha por los derechos
civiles en la década de 1960, que iniciaron el movimiento de solidaridad contra
el apartheid en Sudáfrica, que se opusieron al imperialismo en Vietnam, en Chile,
en otros lugares– aplican el paradigma universal de los derechos humanos a
Israel, se les acuse de ser judíos que se odian a sí mismos; esto demuestra que se trata de algo anormal.
Y eso sólo se puede hacer mediante la intimidación, el lobby, la presión y probablemente una buena
dosis de islamofobia. De lo contrario, es muy difícil explicar lógicamente por
qué esta manera tan humana y normal de analizar la situación es tratada así.
RL
-En su libro, “Sobre Palestina”, en coautoría con Noam Chomsky, usted habla del
término “ortodoxia de la paz”, al que considera como una tendencia más racista
que pragmática. Usted llega a decir que entre los defensores de la solución de
dos estados “el diccionario de la ortodoxia de la paz surgió de la creencia
casi religiosa en la solución de dos estados. Y eso viene directamente de una
versión temporal de ‘1984’ de Orwell”.
IP-Sí.
Es una neolengua. Quiero decir, aquí estoy usando a Orwell en su referencia a
la neolengua, ese tipo de lenguaje que no sólo nos impide llamar al pan, pan,
sino que designa exactamente lo contrario. Por lo general, una realidad cruel
se describe como algo benévolo en la neolengua de Orwell. Y creo que lo mismo
pasa con ciertos términos que para mí son sagrados: “paz”, “justicia”,
“reconciliación” son tres de las palabras más sagradas en nuestro vocabulario
como seres humanos. Ellas realmente representan la forma más alta del anhelo
humano de vivir en paz unos con otros, de vivir en una sociedad mejor. Ahora,
utilizar estas palabras con el fin de encubrir un proceso que en los hechos
logra exactamente lo contrario –en
lugar de la reconciliación, siembra más división, animosidad y odio; en lugar
de paz, crea la guerra; y en lugar de justicia, mantiene un sistema de
apartheid–; usar estas palabras como un escudo protector para describir una
realidad que es exactamente lo contrario de lo que significan, eso para mí es
incluso peor que el racismo. Es una especie de pesadilla orwelliana que tengo cuando la gente empieza
a usar las palabras de esa manera.
Creo que lo que pasó –y yo trato de describirlo en la
introducción al libro– es que la idea de los dos estados comenzó como una
estratagema israelí sionista después de 1967 para conciliar un problema muy
simple: habían expulsado a millones de palestinas y palestinos en 1948, pero
debido a su apetito territorial, querían tomar las partes de Palestina que no
habían ocupado en 1948 (Cisjordania y la Franja de Gaza); pero con el
territorio llegó otro millón y medio de población palestina (hoy en día tres
millones). Para conciliar el hecho de que ahora tienen la totalidad de la
tierra, pero enfrentan lo que para el movimiento sionista es una pesadilla
demográfica, uno de los medios que han utilizado es el proceso de paz. El
proceso de paz fue utilizado por los israelíes como una especie de mensaje para
decirle al mundo: “Como pueden ver, ahora le estamos negando a los palestinos
en los territorios ocupados todos los derechos humanos y civiles fundamentales.
Como pueden ver, estamos expropiándoles sus tierras, estamos construyendo
asentamientos judíos en ellas, estamos expulsándoles masivamente y
encarcelándoles incluso por atreverse a izar la bandera palestina. Pero todo
esto es temporal, por supuesto; cuando
llegue la paz, se eliminarán todas estas medidas”. Por supuesto, se puede
entender por qué las personas de izquierda en Occidente sucumbieron a esta
explicación después de cinco o de 10 años de ocupación. Todavía se puede
entender por qué podrían seguir teniendo esperanza de que los israelíes fueran
sinceros, o de que el mundo tiene el poder de obligar a Israel a serlo. Pero
después de casi 50 años, aferrarse a esta idea –que es una estratagema israelí
para profundizar la colonización de las zonas que ocuparon en 1967 y para
eliminar cualquier posibilidad de negociar las zonas que ocuparon en 1948, o el
retorno de las y los refugiados– es ser realmente muy rígido y dogmático en la
percepción de la realidad. Se podría haber esperado que las voces críticas de
las izquierdas estadounidense y europea estuvieran un poco más alertas a la
clase de trampa que Israel muy hábilmente les ha puesto.
RL
-Usted dice que la limpieza étnica está en el ADN mismo del Estado judío, que
el cambio no puede venir desde dentro y que tendrá que venir, como en
Sudáfrica, desde el exterior. De ahí la necesidad de un movimiento mundial para
obligar a Israel, o para forzar un cambio de régimen en Israel, como usted
decía. Díganos más sobre esta idea del cambio de régimen (que en Estados Unidos
tiene una connotación más bien negativa).
IP
-Por supuesto. Lo vinculo a otra forma en que el lenguaje correcto es falseado
por la gente. Creo que cuando las masas salieron a manifestar en Egipto y en
Túnez, en el mundo árabe y en otras partes, y exigían que cayera el régimen, la
mayoría de nosotros se identificó con ellas. Pensamos que era un movimiento
masivo no violento de personas que le decían a sus gobiernos: ustedes no son
democráticos, son autoritarios; queremos que su régimen cambie. Pero el único
cambio de régimen que funcionó, como sabemos, fue el que fue derrocado por la
fuerza aérea y el poder estadounidense junto con sus aliados en Irak y
Afganistán. Y las consecuencias
terribles de esto se pueden ver hoy en día. Por otro lado, hemos visto la caída
de regímenes autoritarios en América Latina y Europa del Este. El cambio de
régimen no siempre fue un ataque sangriento de fuerzas extranjeras contra la
voluntad del pueblo. Así, cambio de régimen por sí mismo no es un término
negativo. Depende de qué régimen se cambia y cómo se lo cambia.
Y acabo de decir que esto es ahora un discurso legítimo
entre los estrategas en EE.UU., entre los que diseñan las políticas; y ellos
dicen –aunque yo, como tú, tengo muchas dudas sobre su sinceridad– que les
gustaría ver a los regímenes no democráticos volverse democráticos. Dejando de
lado el cinismo en ciertos casos, es sorprendente que, de nuevo como en el caso
de la ideología, cuando alguien plantea esa posibilidad acerca de Israel,
inmediatamente lo acusan de que quiere ver la destrucción del pueblo judío.
Pero es mucho peor que eso. Soy consciente de la correlación de fuerzas;
incluso con la mayor ayuda exterior, cambiar la realidad en Israel no sería un
proyecto fácil. No sería fácil convencer a los millones que viven allí –hoy ya
en la tercera generación– de que renuncien a los privilegios, al poder que
tienen. Por supuesto, la presión internacional puede ayudar a lograrlo. Pero
aún más que eso, tenemos que darnos cuenta de que generar la presión
internacional desde el exterior, como cualquier palestino te dirá, es un
proceso muy largo y lento. Y mientras esperamos que la presión exterior se
materialice, el ritmo de destrucción sobre el terreno se ha acelerado. Estamos
frente al peligro de que, aun cuando tengamos éxito en reclutar esa presión
internacional eficaz, quedará muy poco que salvar en la práctica. Y debido a
eso, creo que también es importante tener metas realistas para el movimiento
que lucha desde dentro.
Hemos creado un movimiento por un solo Estado, al que
llamamos TODS (TheOneDemocraticState) en toda la Palestina histórica,
incluyendo Ramala, Yaffa, Haifa. Creemos firmemente – palestinos/as y
judíos/as–que debemos lograr también pequeños avances hacia un cambio de
régimen. Si no podemos obligar al gobierno a cambiar sus leyes de apartheid, sus
políticas de limpieza étnica o de genocidio en Gaza, debemos tratar de crear
enclaves que muestren que existe una forma alternativa de vivir, que vamos a
seguir resistiendo estas políticas como un movimiento masivo. No es sólo la
presión exterior lo que va a funcionar. Creo que es muy importante establecer
una meta realista, y que sea viable, para las personas que luchan en la base.
Si tú escuchas a la Autoridad Palestina, la única meta por la que las y los
palestinos deberían luchar es por un bantustán en Ramala. Esto no despierta la
imaginación de nadie, como se puede ver. Ni aterroriza a los israelíes; por el
contrario, están muy contentos con semejante objetivo final de la lucha
palestina. No ofrece nada a las y los judíos progresistas que comprenden que
viven en una sociedad colonialista pero que sigue siendo su tierra natal, y
querrían vivir en una sociedad más justa. Así que creo que el cambio de régimen
aquí no es algo para esperar sólo del exterior. Es algo que se quiere hacer
también desde adentro, aun si sólo se puede avanzar muy lentamente, paso a
paso. Eso une a la gente, le da un objetivo claro, y la aleja de los falsos
paradigmas de la paz, como la solución de dos estados.
RL
-Usted acaba de mencionar el término apartheid y el paralelo entre Sudáfrica y
Palestina, que de hecho es tan novedoso como inspirador para el futuro. Pero
Chomsky, en este libro “Sobre Palestina” le responde que las cosas no son tan
simples y que en Sudáfrica un par de cosas eran diferentes: el asentamiento de
los colonos no buscaba, como en Palestina, reemplazar a la población nativa; y
en Sudáfrica la intervención militar cubana en los años Ochenta contribuyó a la
derrota del apartheid, incluso militarmente, mientras que el equivalente no se
da en Palestina. ¿Qué responde a estas dos críticas de Chomsky?
IP
-Tiene razón, y hay muchas otras diferencias entre los dos estudios de caso.
Pero creo que Chomsky y yo diferimos en una línea tenue –y creo que fue el
difunto Edward Said quien definió mucho mejor de lo que yo podría hacerlo esa
línea tenue que hay entre un análisis académico y el análisis de un activista.
Desde un punto de vista académico, hay muchos aspectos de la realidad de
Sudáfrica que son diferentes de la de Palestina; podría mencionar la falta de
cualquier equivalente al lobby judío en el caso de Sudáfrica; puedo mencionar
también el Holocausto como un elemento decisivo en la historia de Palestina, y
no hay nada equivalente a eso en el caso de Sudáfrica. Y por supuesto, hay
diferencias entre la forma en que el régimen de apartheid se manifestó en
Sudáfrica y la forma en que el paradigma o la estructura de la limpieza étnica
funciona en Israel. Pero éstas son minucias que en realidad no socavan la
comparación fundamental, que es la más importante.
Hay tres cuestiones aquí que creo que sólo se pueden
entender si uno ve su papel no sólo como erudito que compara dos estudios de
caso, sino como un activista que quiere inspirarse en una lucha exitosa y
trasladar ese éxito a una lucha que hasta ahora no lo ha tenido. Los tres
puntos son los siguientes:
A) La imagen internacional de la Sudáfrica del apartheid
y la imagen internacional de Israel. En muchos aspectos, lo que Israel está
haciendo es mucho peor que lo que hizo Sudáfrica. Esto ha sido reconocido por
líderes sudafricanos y por muchas personas de conciencia en todo el mundo. Así
que ¿por qué no recibimos el mismo tipo de condena internacional, siendo
Israel un Estado delincuente, como en el caso de Sudáfrica? Y una de las
razones por las que no podemos hacerlo, es porque todavía no hemos hecho lo
suficiente para lograrlo. No es imposible: el movimiento BDS ha demostrado en
su corta historia, con sus increíbles logros hasta el momento, que podemos
hacerlo; definitivamente podemos hacerlo.
B) La inspiración que la generación más joven de
activistas, especialmente en Occidente, recibió de la lucha a favor del
Congreso Nacional Africano, del movimiento anti-apartheid; eso es muy
importante. Y la Semana del
Apartheid Israelí (IAW) ha transformado las universidades norteamericanas y
europeas en espacios donde los voceros oficiales israelíes no son bienvenidos.
Y esto no se podría haber hecho si nos hubiéramos atenido a un tipo de
comparación meramente académica entre la Sudáfrica del apartheid e Israel. Esto
sólo se puede hacer cuando la gente entiende que la misma energía que enfureció
a las personas decentes en Occidente acerca de las realidades de Sudáfrica
puede enfurecer hoy a la gente sobre la situación de Palestina. Y no hubo
ninguna necesidad de inventar la rueda, a pesar de que muchos estudiosos hayan
demostrado que el apartheid en Israel es un poco diferente del apartheid en
Sudáfrica.
C) En tercer lugar –y para mí el punto más importante–,
algo que tiene que ver con los apellidos y los nombres de pila. El apellido
familiar es “racismo”. El apartheid sudafricano era una sociedad racista.
Israel es una sociedad racista. Sí, tienen diferentes nombres, pero
pertenecen a la misma familia. Y esa familia es un paria, al menos
oficialmente, en todo el mundo, excepto en un caso. Y no se puede poner de
relieve este excepcionalismo sin mostrar el último caso de excepcionalismo que
fue desafiado con éxito.
Y creo que por eso es tan importante no atenerse siempre a
los datos minuciosos, a la comparación erudita, estricta de categorías y
subcategorías, y permitirse a veces dejarse llevar por la energía que proviene
de las activistas. Esa energía a veces se da cuenta intuitivamente, no de forma
académica, de lo que es y lo que no es comparable; de lo que es fuente de inspiración
y lo que no lo es. Por eso estoy editando un libro –que espero que salga muy
pronto; la elaboración llevó mucho tiempo por varias razones técnicas– que
compara a Sudáfrica con Israel. Soy el editor de esa recopilación.
Se trata de una colección de artículos editados por
Publicaciones Zed en Londres. Y allí los estudiosos muestran las diferencias de
una forma mucho más detallada de la que Noam describe en el libro. Sin embargo,
lo que creo que es común a todos estos estudiosos es la comprensión de que hacer
un estudio comparativo con Sudáfrica les abrió los ojos sobre las posibilidades
en Palestina, cambió la forma de abordar la realidad de Palestina. De hecho,
es el modelo sudafricano, o el estudio de caso, lo que nos permitió deshacernos
de la solución de dos estados, no sólo como una solución imposible, sino
también muy peligrosa. Y no creo que se podría haber desarrollado esta
perspectiva sin entender cómo funcionó el movimiento colonialista en Sudáfrica.
RL
-De nuevo, en oposición al ‘pragmatismo’ de Chomsky, usted coloca no sólo el
derecho al retorno de las y los refugiados en el centro de una eventual
solución a la cuestión palestina, sino también la reparación por lo que les
pasó durante los últimos sesenta y pico de años. Explíquenos por qué esto no es
sólo un sueño utópico, y cómo estas dos condiciones esenciales son
fundamentales para una verdadera solución de futuro en Palestina-Israel.
IP
-Sí, en efecto. Creo que mi punto de partida sobre el derecho al retorno es muy
diferente del de quienes lo valoran pragmáticamente. Es decir, si es factible,
o incluso la cuestión –que de todos modos es discutible– de si Israel tiene la
capacidad de absorber tal cantidad de gente, en caso de que todos los refugiados
y refugiadas quisieran volver. Creo que esa no es la cuestión ahora, y no es la
razón por la que estamos planteando el tema. El derecho al retorno es un
síntoma de la naturaleza racista del régimen sionista en Israel. Ese es el
problema principal. La objeción de Israel al retorno se deriva del mismo
razonamiento ideológico que hay detrás de la política de judaización en
Galilea, la destrucción de aldeas beduinas en el Naqab (Negev) en el sur de
Israel, la bantustanización de Cisjordania y la guetización de Gaza . Se deriva
de la misma razón: los sionistas, desde finales del siglo XIX hasta nuestros
días, siempre han querido tener la mayor cantidad posible de tierra con el
menor número posible de población árabes. Y por lo tanto, cuando uno apoya el
derecho al retorno, no sólo está reconociendo un derecho individual que fue
reconocido por la comunidad internacional en la Resolución 194 del 11 de
diciembre de 1948; no sólo está adhiriendo a todas las convenciones
internacionales sobre el derecho de las y los refugiados a regresar; lo que es más importante, uno está
rechazando que sea legal, moral y políticamente aceptable la idea de que la
población indígena no tienen derecho a vivir en su propia tierra. Y creo que
ese es el tema principal. Ahora, por supuesto –y otra vez voy a la diferencia
entre el trabajo académico y la perspectiva activista– los académicos le dirán,
y con razón, que si usted hace un análisis antropológico de la población
palestina que está en los campamentos de refugiados, entre los palestinos que
viven en el exilio, e incluso en lugares que ellos mismos eligieron, encontrará
interpretaciones absolutamente diferentes de cómo ven la aplicación del derecho
al retorno. Claro. Las personas tienen diferentes puntos de vista si, por
ejemplo, ahora están refugiadas por segunda vez en el Líbano, después de salir
del campo de Yarmuk destruido, o si viven…
RL -En
Siria, sí.
IP
-Sí. Tendrán una perspectiva diferente. Pero ese no es el punto. El punto sobre
el derecho al retorno no es en este momento su viabilidad, sino ¿qué es lo que
indica? Y tenemos un ejemplo horrible de eso, que, por supuesto, los medios de
comunicación occidentales han ignorado totalmente, y creo que a propósito. No
recuerdo si lo he mencionado en el libro, pero yo lo mencioné recientemente en
un artículo. El único país vecino de Siria que no recibió a un solo refugiado,
el único país, es Israel. Todos los otros vecinos de Siria, con todos sus
problemas internos, con toda su pobreza, con todos los aspectos más negativos
de sus regímenes, no rechazaron a las y los refugiados de Siria, y les dieron
refugio. El único país que no lo hizo fue el vecino más rico de Siria. Ni
siquiera tendió la mano desde un punto de vista humanitario –olvidémonos de la
política– para decirle a la gente que vive en Yarmouk: “Sabemos que sus
hermanos y hermanas que viven en Galilea (y no estoy usando el término
metafóricamente: sus hermanos y hermanas, sus sobrinas y sus primos reales)
están esperándoles para recibirles, para darles una solución temporal al infierno
en el que están viviendo”. Lo único que Israel está haciendo es recibir en sus
hospitales a algunos de los combatientes
islámicos más fanáticos; los cura y los envía de nuevo para que
continúen la guerra en Siria. Esto te muestra lo que significa el derecho al
retorno. Y de un cuarto de millón de personas desplazadas internas palestinas,
Israel se niega a permitirle a una sola de ellas regresar a sus aldeas
demolidas. Y todo tiene el mismo origen. Así que si usted utiliza razones
pragmáticas para explicar por qué el derecho al retorno es una utopía y no es
factible, usted está diciendo que oponerse al racismo sionista es una utopía y
no es realista. Bueno, si ese es su punto de vista, allá usted. Yo considero
que luchar contra el racismo es la misión más realista, menos utópica, que he
asumido en toda mi vida adulta.
RL
-Así que para usted es tanto una cuestión de principios, de valores
universales, así como la base fundamental de algo que en realidad podría
funcionar en el futuro.
IP
-Absolutamente. Usted sabe, hay investigaciones famosas de Salman Abu Sitta,
quien mostró que la mayoría de la población refugiada podría asentarse en sus
lugares de origen sin quitar a una sola de las personas judías que viven allí.
Y hay mecanismos para reasentar a personas retornadas, se ha hecho antes. Y
para curar las heridas, no sólo en Palestina, sino también en el resto del
mundo árabe, habrá que ponerle fin al problema de las y los refugiados
palestinos. La única manera es reconocer el derecho individual de cada una de
ellas, ya sean muchas o pocas las que decidan regresar. Si usted empieza a
hablar del problema de la implementación en un país que gustosamente recibió a
un millón de judíos y judías de Rusia sin ningún problema de infraestructura,
entonces está cayendo en la trampa de eludir la pregunta: ¿Por qué Israel
rechaza el derecho al retorno?, y no si el derecho al retorno es factible. Yo
creo que, por supuesto, es posible y es factible. La paz es posible, la
reconciliación es posible. Lo hemos visto en Sudáfrica. Lo que es muy difícil
es convencer a la gente que tiene todos los recursos naturales en sus manos,
todos los privilegios, toda la tierra, que tiene que redistribuir esos activos
para que todos puedan vivir en una relativa paz con justicia.
RL
-Usted mencionó también, volviendo al paralelismo entre Palestina y Sudáfrica,
a sabiendas de que tantas personas de buena voluntad, progresistas, que
lucharon contra el racismo, están decepcionadas por el resultado del
post-apartheid en Sudáfrica en el presente, donde las personas son tan
infelices –si no más en muchos aspectos, al menos económicamente. Por eso usted
indica en este libro “Sobre Palestina” que un sistema económico más justo e
igualitario debe ser parte de la solución en Palestina. Esto también puede
sonar utópico hoy, porque estamos inmersos en este sistema económico neoliberal
increíblemente fundamentalista, pero que tampoco puede durar para siempre.
Usted señala que eso es parte de la solución, que más allá de la igualdad de
derechos para todos, también se necesitará un sistema más igualitario.
IP
-Exactamente. Déjame decirlo de esta manera: hay dos cuestiones que uno
tiene que decir sobre el apartheid económico en Sudáfrica, que continúa.
Por un lado, no se debería subestimar el éxito de haber
eliminado el apartheid político. No es la misma Sudáfrica. Como dije en mi
última gira en Sudáfrica a las personas que me cuestionaron sobre eso: “Bueno,
ustedes tomaron el tren para poner fin al apartheid político, y llegaron a la
estación final. Ahora tienen que subirse al tren para poner fin al apartheid
económico. Esto no significa que el viaje ha terminado”. Les dije: “Nosotros
en Palestina seguimos buscando la estación para empezar el viaje hacia el fin
del apartheid político”. Por lo tanto, desde nuestra perspectiva, las cosas
han cambiado en Sudáfrica, pero estamos plenamente conscientes de todo lo que
falta hacer.
La segunda cuestión es que, por supuesto, usted puede
aprender de eso. Y tenemos un ejemplo
con la Autoridad Palestina, en la forma en que la ayuda internacional
neoliberal llega a Cisjordania: cientos de millones que ayudan
–involuntariamente en la mayoría de los casos, se podría decir– a sostener el
control israelí de Cisjordania. No cambian de ninguna manera significativa
la realidad sobre el terreno, aun cuando algunos donantes hayan querido usar
ese dinero para buenos propósitos. Y eso significa que, cuando hablamos de
lo que yo he llamado el cambio de régimen, y buscamos la pequeña estación en el
camino hacia el gran éxito, a veces, por ejemplo, trabajar por la justicia
social no es menos importante que trabajar por la justicia en general. Cuanto
más se integren plenamente ambas dimensiones en la lucha, más realista será.
Éste es un buen ejemplo: no creo que se pueda realmente construir una realidad
diferente en Palestina sin redistribuir la tierra.
Porque el sionismo fue construido fundamentalmente
mediante la expropiación de tierras. Si hoy hay 12 millones de personas entre
el río Jordán y el Mediterráneo, y la mitad de ellas son palestinas y la otra
mitad son judías, éstas tienen más o menos el 85% de la tierra. Ahora, si alguna
vez hay buena voluntad o incluso una campaña internacional exitosa, esa no es
la base para construir algo nuevo. Por lo tanto, eso tiene que ser
integrado en la nueva conversación, en el proyecto educativo que algunos
estamos tratando de impulsar en Israel y Palestina, y también en el debate
internacional sobre el tema. Pero, ya sabes, la solución de los dos estados
se adapta tan bien al paradigma neoliberal, que afirma que está utilizando una
medida muy sensible llamada partición entre dos bandos en conflicto, cuando en
realidad le está dando a una de las
partes el 80% de la tierra y a la otra el 20%; y lo vende como un trato justo.
Eso es exactamente el neoliberalismo: la idea de que la correlación de fuerzas
determina qué significa la igualdad. En realidad, es la desigualdad en esencia.
Pero, de nuevo, este nuevo discurso sobre el neoliberalismo es muy, muy
importante.
Es posible que yo sea un poco más optimista que tú en esto
porque soy historiador, y creo que algo se quebró en el sistema capitalista en
2008. Y todas las soluciones cosméticas que parecen estar funcionando para que
todo el mundo mire las pantallas verdes en lugar de mirar la pantalla roja, y
Wall Street y todas las demás medidas del crecimiento económico… Creo que eso
es una fachada. La realidad es que 2008 le mostró a las personas que no han
leído a Marx, que no han sido educadas como socialistas, el lado siniestro del sistema. Fue muy
interesante ver cómo Naomi Klein cambió de una agenda totalmente enfocada en la
ecología hacia una agenda que conecta el capitalismo al desastre ecológico.
Creo que todas estas cosas indican que estamos en el comienzo de un proceso que
realmente preocupa a la gente, incluso en Occidente. No sé si va a tener éxito
con todas las distracciones, la más importante de ellas, la islamofobia. Como
si estuvieran más ocupadas con el terrorismo que con su seguridad social. Pero
esto no se va a sostener fácilmente. Yo sé que los poderes fácticos son
omnipotentes en muchos sentidos. Pero creo que en la era de la información les
está resultando más difícil seguir engañando, desinformando y distrayendo a la
gente de las realidades concretas. Creo que sería genial que pudiéramos
integrar la cuestión de Palestina a la discusión sobre la justicia social en
Estados Unidos, en América Latina. Estamos empezando a hacerlo, y no es de
extrañar. Tú puedes ir a Noruega y encontrarte a las mujeres que protestan por
los salarios en una fábrica textil,
agitando la bandera palestina. Si les preguntas: “¿Por qué la bandera
palestina?”, te dirán: “Porque para nosotras es un símbolo de la
justicia social”.
RL
-Sí, y vistiendo la kuffiyah, es cierto. (risas)
IP
-Sí. Y lo ves en otros lugares.
RL
-En este libro con Chomsky, “Sobre Palestina”, así como en el anterior, usted
habla del importante concepto de la producción de conocimiento como una
herramienta fundamental para perpetuar el statu quo y continuar la limpieza
étnica de Palestina. Esto también es controversial, porque incluso fuera de
Israel esa producción de conocimiento, cuando se trata del tema Palestina, está
controlada en gran medida por las fuerzas pro-Israel. ¿Por qué es un tabú?
Chomsky, en particular, se niega a tomarlo en cuenta; le resta importancia
dramáticamente. El origen de este sesgo es algo que nunca entra en la discusión.
Y él dice que es simplemente el imperialismo en acción, la sed de petróleo,
etc. Una gran parte de izquierda norteamericana y de la izquierda europea
siguen a Chomsky en esa dirección. ¿En verdad es tan irrelevante como se lo
presenta el hecho de que ‘la gente del libro’ está a cargo de la producción de
conocimiento, incluso fuera de Israel? No exclusivamente, pero tienen un gran
poder en la industria editorial, en los medios de comunicación, en Hollywood,
etc. ¿No es eso parte de lo que enfrentamos?
IP -Creo que es un análisis muy estático. Creo
que la producción de conocimiento es un proceso dinámico. Si tomas una imagen
fija de ella, entonces sí es una buena descripción. Pero si tratas de filmarlo,
es un movimiento, lento por supuesto; se trata de un movimiento tectónico, no
es un terremoto. Quiero decir, es un lento movimiento de bloques, si quieres,
pero está sucediendo. Se entiende esto cuando se compara el tipo de cosas que
se escribían, se enseñaban y se estudiaban sobre Palestina hasta la década de
1980 con nuestros días. Hay un cambio fundamental en la forma en que se produce
conocimiento sobre Palestina. Es cierto que, como en el caso de los medios de
comunicación, el sector académico convencional es tímido, a veces islamófobo, y
por lo tanto los cambios no han llegado a un nivel importante de la producción
de conocimiento. Esto también está conectado con el capitalismo y el
neoliberalismo. Quiero decir, las universidades hoy en día trabajan con el
supuesto de que pueden, al igual que los grandes bancos, determinar qué
publicación es importante y cuál no lo es. Por lo tanto, el poder, el capital y
el conocimiento están conectados de una manera que sirve a los israelíes más
que a los palestinos. Bueno, en realidad no le sirve a ningún sector desfavorecido
de la sociedad. Pero si sólo miras eso, lo sacas del contexto de la revolución
en la producción de conocimiento que hemos tenido a través de internet, por
ejemplo; y de la creciente sospecha, incluso entre los mismos académicos, sobre
la forma en que se produce el conocimiento y sobre la jerarquía en la
producción de conocimiento. De nuevo, entiendo que esos son cambios, aunque muy
lentos.
A la gente le gustaría tal vez ver resultados más rápidos,
tangibles. No tiene paciencia para mirar las cosas desde una perspectiva más
histórica. Pero yo soy historiador y puedo ver el cambio; puedo ver la
transformación. Creo que Noam, por ejemplo, en cierto modo soslaya la decisión
[de boicot académico a Israel] adoptada por la Asociación de Estudios Americanos,
la Asociación de Lingüística, la próxima decisión de la Asociación de Estudios
de Medio Oriente. Él no cree que sean muy importantes. Yo creo que son
altamente significativas. Estamos empezando a arañar los bordes de los centros
de poder. Sí, aún no son los centros mismos del poder, pero estamos muy, muy
cerca. Para agregar algo más: en Israel mismo, como se ha visto en las últimas
elecciones, el otro resultado inevitable del sionismo se revela ante nuestros
ojos. Es una consecuencia terrible para las y los palestinos; pero por otro
lado nos dimos cuenta de que el sionismo es una trampa horrible también para
las y los judíos en Israel. El tipo de políticas que se elaboran, la clase de
ideología que sale de lo que es Israel hoy, no permite ni siquiera a los judíos
que eran sionistas liberales permanecer indiferentes. Ellos ahora están
tratando de buscar la forma de decirnos: “No, no. No nos identifiquen con eso”.
Incluso sin hacer nada, Israel está acelerando el ritmo por el cual se
convertirá en un estado paria. Esto tendrá un efecto también en la producción
de conocimiento. Pero creo que no debemos subestimar lo que ha sucedido en la
década de 1980. Hoy es imposible en ningún lugar serio vender el relato
sionista como una narrativa seria. Quienes la aceptan como una narrativa seria
admiten casi abiertamente que lo hacen ya sea porque reciben dinero o porque le
tienen miedo a alguien. Muy pocas personas dirán que es porque esa narrativa
refleja lo que realmente piensan sobre la realidad.
RL -Usted mencionó anteriormente en
nuestra discusión lo que llama el lobby judío, que nosotros solemos llamar el
lobby israelí, para no incluir a toda la comunidad judía; porque la gente es
muy sensible al respecto. Y en realidad, si nos fijamos en cómo funciona en
Estados Unidos, no es sólo el Comité de Asuntos Públicos EE.UU.-Israel (AIPAC),
ni siquiera es sólo la comunidad judía organizada, que es muy de derecha y
tiende a ser más de derecha que el conjunto de la comunidad: es también una
cantidad de personas que sienten algo por Israel, que simpatizan y ayudan de
cualquier forma que puedan; ya sea si trabajan en los medios de comunicación, o
donde quiera que estén, y aportan mucho dinero. Así que es todo un esfuerzo de
grupo, aun si representan sólo al 30% o 40% de la comunidad, pero son muy
poderosos, nos guste o no. Es un hecho que Chomsky se niega firmemente a
reconocer. De joven era un ferviente sionista; él lo reconoce, admite incluso
que estuvo en un kibutz por un par de años, si no recuerdo mal, en la década de
1950. Afirma que no está a favor de un Estado judío en Palestina y hace un buen
trabajo, critica a Israel en aspectos fundamentales, lo que es bueno; pero por
otro lado, cuando se trata del BDS, es muy ambivalente. Ciertamente, cuando se
trata del boicot académico, está en contra. Cuando se trata de la solución de
dos estados, está fervientemente a favor, a pesar de que afirma no estarlo.
Básicamente refleja esa idea paternalista del ‘hombre blanco’ de que los
palestinos no saben lo que es bueno para ellos, de que él sabe mejor que los
propios palestinos. ¿Cómo se explica este tipo de actitud viniendo de un
individuo tan brillante, que por otro lado es muy progresista, incluso radical,
en tantos otros asuntos?
IP -Sí, creo que son algunas de las razones por
las que decidimos tener esta conversación en el libro. Porque yo lo admiro, él
fue en muchos aspectos una guía moral, una guía ideológica, no sólo para mí,
sino para mi generación. Y sí, hubo una decepción debido a algunas de sus
posiciones sobre Palestina. Pensé que el libro al menos ayudaría a aclarar
algunas de ellas, y que era importante entender su posición. Creo que hay dos
aspectos en conflicto aquí. Uno de ellos es una preocupación genuina por el
poder del imperialismo estadounidense. Él realmente cree que nosotros podríamos
estar mirando la cola del perro en lugar del perro si le damos tanto crédito al
poder del lobby israelí y nos olvidamos del objetivo básico del capitalismo
estadounidense. Quiero decir, él te explicará que el 5% de la humanidad posee
el 25% o más de los recursos naturales, y etcétera; esas estadísticas
impresionantes sobre cómo Estados Unidos necesita, en muchos sentidos,
controlar el mundo económica y ecológicamente para mantener su estilo de vida.
Es por eso que quiere poner el tema en un contexto más amplio. En eso me puedo
identificar. Donde creo que hay un problema es en lo que mencionabas; a pesar
de que él no es un caso típico de lo que llamamos PEP: Progresista Excepto
sobre Palestina. Creo que, como muchos de su generación que pasaron por un
período sionista en sus vidas, y experimentaron un poco de ansiedad como
judíos, casi de manera subconsciente, tienen miedo de dejar de lado el
sionismo. Puedo entenderlo también porque él no vivió aquí durante estos
últimos 67 años. No vio la enfermedad, y cómo funciona realmente. Más que
verla, leyó sobre ella; y esperaba que hubiera una mejor versión de ella. Si
recuerdas, en el libro él habla de la necesidad de ver las variantes del
sionismo; y yo no veo que haya variantes del sionismo desde el punto de vista
de la población nativa. Por lo tanto, creo que tienes razón. Es algo que se
nota en muchos otros intelectuales europeos:
en cualquier otro tema te puedes identificar por completo con ellos, pero
tarde o temprano esta excepcionalidad de Israel se desliza, a veces oculta, a
veces muy clara, a veces de una manera ambivalente. Y se cubre con comentarios
generales, como cuando Noam dice: “Básicamente estoy en contra de los estados
en su conjunto”. Porque, no sé, no soy psicólogo; pero habiendo hecho el
proceso yo mismo, sé de lo que hay que liberarse. Y no es fácil.
RL -Hay mucho miedo. La gente en general todavía
es temerosa de lo que le sucedió en el pasado a una gran cantidad de
comunidades judías.
IP -Exactamente. Yo lo llamo “la compañía de
seguros”.
RL -Exactamente. Por eso es difícil…
IP
-Tal vez Israel sigue siendo una compañía de seguros, pero tu agente de seguros
es un lunático. Yo te diría: búscate otro agente de seguros.
¿Cómo puede alguien vender a Israel como un seguro? Pero sí,
creo que tienes razón. Creo que, en el fondo, hay miedo. A veces pienso que el
hecho de que desde una edad muy temprana viví con los palestinos –conozco el
idioma, lo hablo, compartí tantas cosas
con amigos íntimos– me curó de ese miedo. Es probable que uno tenga que pasar
por la experiencia. Así que soy un gran creyente en el sistema educativo que
estamos construyendo aquí, debajo del radar del sistema educativo israelí.
Desde el nivel de jardín de infantes, creo realmente que es algo que tiene el
potencial de rehumanizar a las y los palestinos a los ojos de la próxima
generación de judíos, y también de hacer frente a estos temores básicos.
RL -Usted menciona en el libro que ese temor está
combinado o agravado con un racismo real, y es difícil decir dónde termina uno
y empieza el otro. En el imaginario israelí y pro-israelí, una gran parte del
miedo es auto construido. “Este es el árabe loco del otro lado, ¿realmente
puedo confiar en los árabes?”.
IP
-Y es producto del adoctrinamiento y la manipulación que ha estado trabajando
durante 100 años, capa sobre capa. Quiero decir, la gente aquí está expuesta a
esa intoxicación desde la cuna hasta la tumba; es una verdadera sobredosis.
Creo que los judíos estadounidenses también estuvieron muy expuestos a eso. Tal
vez a veces es difícil limpiar completamente el cuerpo de esta intoxicación, de
este veneno.
RL -Finalmente, muchas gracias por dedicarnos
tanto tiempo, Ilan. La última pregunta es: ¿cuándo saldrán a la venta estos
libros? Estamos deseando que salga el próximo de cada uno de estos libros
brillantes que usted ha estado produciendo, y que hemos estado siguiendo.
IP -Van a salir muy pronto. Tiene que haber un
cierto lapso entre los libros; es una de las razones para retrasar algunos de
los libros. Esperamos el próximo año ver dos libros de los que estoy muy
satisfecho. Uno de ellos será la comparación entre Israel y Sudáfrica; y el
otro –realmente, lo estuve escribiendo durante 20 años; verás cuando el libro
salga por qué tardé tanto tiempo– trata de explicar la historia de la ocupación
de Cisjordania y la Franja de Gaza como parte del contexto general de la
limpieza étnica. No era tanto una cuestión de acumular nuevas evidencias,
aunque una parte importante del libro expone las decisiones israelíes entre
1963 y 1968, un período muy importante. Fue realmente encontrar la manera más
persuasiva –que me parecía realmente importante para el público en general– de
explicar por qué todo el mundo fue engañado y llevado de la nariz con toda esta
charla sobre el proceso de paz y la solución de dos estados. Cómo todo eso fue
realmente una parte integral de lo que hablamos, una pantalla destinada a
encubrir la limpieza étnica continuada de Palestina.
RL -Estos libros que tanto admiramos y son tan
importantes para dar a conocer la verdad histórica y difundirla, ¿cómo son
recibidos, no por el público en general, sino por la izquierda? Por gente como
la de TheNation, AmyGoodman, DemocracyNow, etc.?
IP
-Es una excelente pregunta. Es muy interesante que menciones a DemocracyNow o
TheNation. En esos lugares hay personas que estiran la palabra sionismo como
una goma elástica, hasta el punto de que si algún día la sueltan, no quiero
estar allí para que me dé en la nariz. Realmente han logrado mantenerse fieles
a una idea sionista básica y sin embargo ser muy, muy liberales y de mente
abierta. Creo que lo que yo estoy haciendo es demasiado para ellas. Yo les
pincho el globo y les digo: “Chicos, lo siento, no es posible”. Y yo sé que
realmente tienen buena intención. De alguna manera creen que podría existir un
Estado judío que fuera a la vez liberal y democrático. Y que las y los
palestinos estarían contentos con eso. [Risas]
Y hacen malabarismos con las palabras y las ideas. Hacen
cuadrados con círculos, es increíble. Y son buenas personas; realmente las
aprecio. No lo digo cínicamente: las conozco muy bien, de verdad; a algunas las
conozco personalmente. Pero creo que ya es hora de que entiendan que el cambio
es doloroso. Tienen que hacer lo que yo hice, y no es agradable. Te lo digo, no
es agradable salir de la tribu. Salir del cálido abrazo de la ideología. No es
una sensación agradable.
RL
-No es divertido.
IP -No, ¡no es en absoluto divertido!
RL -Pero la buena noticia –estoy seguro de que
ya lo sabe– es que cada vez más y más personas, la nueva generación sobre todo,
aprenden realmente de sus libros. Y de hecho lo citan abiertamente, y dicen:
“Sí, he leído el libro”.
IP -Voy a contarte un secreto que es realmente
increíble para mí. Todos los nuevos embajadores y cónsules generales que vienen
a Israel me dicen que sus predecesores les recomiendan leer mis libros, pero
que tengan mucho cuidado de no mencionar las ideas que planteo en ellos. Esa es
una buena señal. Creo que ellos saben que allí hay algo que les cuenta la
verdad.
RL -Usted ha despertado a esta nueva generación.
Yo estaba hablando con LiaTarachansky el otro día, la cineasta israelí. Me dijo
que ella fue influenciada por sus libros. Porque nos
encantó su película.
IP
-Oh, es una muy buena película.
RL
-Y yo pensaba: “Hey, esto huele a mi amigo Ilan
Pappé”. Y viene ella y, sin que
yo le pregunte nada, me dice: “Yo leí a Ilan
Pappé, realmente me abrió los ojos”. ¡Bien por usted! Hay más jóvenes,
como Max Blumenthal y otros, que ahora
se están atreviendo a salir a la palestra.
IP -Absolutamente.
Ellos son el futuro, sin duda. Son muy claros, muy francos y directos. Sus
conceptos son muy estructurados. Así que creo que eso llegará también. Tal vez
un día TheNation será lo
suficientemente audaz para publicar un artículo mío.
Traducción: María Landi.
COMENTARIO PERSONAL
Conociendo la situación
real de Palestina, y la Lucha del
Pueblo Palestino, sin subestimar el
valor que pueda tener el conocimiento y opinión de Noam Chomsky, es inevitable coincidir mucho más con la
versión de los hechos, y opinión de
Illán Pappé que con la de Noam Chomsky,
Illán Pappé se aproxima mucho más, prácticamente el 99, 9% a la Situación real del Pueblo Palestino y a lo
que realmente es la Solución Justa para Palestina, la Construcción de un Único
Estado Palestino, la verdadera redistribución Justa de Palestina y no la que realmente existe, y el Retorno de
los Palestinos Refugiados a Palestina Sí ó Sí, aunque se joda Israel, porque
realmente Israel se construyó como “estado” ilegalmente sobre la base de la Injusta expropiación de tierras
Palestina por la vía de la fuerza y por la injusta distribución de Palestina a
favor esencialmente de Israel por parte de EEUU y de Reino Unido ¿ y quienes
son ellos para regalar a Israel unas Tierras que legalmente ni siquiera son
suyas, ni de Reino Unido ni de EEUU…? , es como si yo regalara la casa del vecino a otra
persona totalmente ajena únicamente porque esa otra persona ajena me cae mejor
que el vecino que es el propietario legal de la vivienda… pues EEUU y Reino Unido es lo que hicieron realmente, regalar
prácticamente Palestina -que realmente
ni le pertenecía a ellos siquiera,- a
Israel…Por ello ni los Auténticos Palestinos, (los que no son auténticos son los traidores a Palestina que se venden a
Israel por menos de ná por un plato de lentejas como Abbas de la ANP, Alfatah ó
recientemente los de Hamas que han negociado una tregua con Israel de 8 años
que no deberian haber negociado nunca conociendo como conocen a Israel…) , ni quienes estamos realmente de parte de
Palestina reconoceremos nunca el “estado judio” del que tanto habla Israel…
eso no existe más que en la mente lunática de Israel y de sus aliados,
cómplices, prostituidos …
Por cierto, hablando de los libros de Illán Pappé, son
fundamentales para entender la Limpieza Étnica en Palestina ó Nakba, especialmente el Libro que se titula así “
La Nakba ó Limpieza Étnica en Palestina” de Illán Pappé, ó algo muy similar a
este título, no sé si sirve la comparación pero es igual prácticamente que leer
“Las Venas Abiertas de América Latina “ de Eduardo Galeano para entender toda
la Situación de América Latina desde el inicio, al menos yo así lo veo, porque este
segundo libro me ayudó mucho a entender del todo la situación real de América
Latina , y la “Limpieza Étnica ó Nakba “
de Illán Pappé me ayudó mucho a entender la situación de Palestina, aunque yo
antes ya hubiera leído y visto mucho sobre Palestina , igual que ya
había leído cosas sobre la situación real de América Latina cuando leí las
Venas Abiertas de América Latina…
2 GRANDES: EDUARDO GALEANO E
ILLAN PAPPE, con el Gran Merito además del Segundo, de ser un Historiador
Israelí y sin embargo hablar
abiertamente a favor de Palestina en sus
libros, jugándose incluso el tipo con
Israel teniendo en cuenta como es el Régimen Terrorista de Israel con quienes
hablan y escriben a favor de Palestina…
y su persecución a muerte, tal es el caso de Vanunu, Filkestein,
Illán Pappé, …y otros más recientes disidentes con Israel, como la
Diputada Israelí –Árabe Hane Zoabi que participó en el Mavi Marmara y que luego defendió
tanto a Palestina que casi la linchan en el Parlamento Israelí…
Saludos de comabate contra el régimen sio-nazi y contra el imperialismo, gendarme del capitalismo internacional. Sin haber leido el libro de referencia, coincido contigo, compañera del alma María Jesús, que tampoco es santo de mi de deboción, Noam Chomsky, igual que infinidad de plumas y cerebros asalariados del capitalismo imperial o periférico, en esta entrevista observo que han revoloteado sobre el fondo del origen del conflicto, un conflicto que consider que es económico y por tanto ideológico y político, pero que en el fondo se vislumbra que es una cuetión del poder de una clase sobre otra clase inferior, que en este caso, es el pueblo laborioso Palestino, el que los trabajadores judios, no se alcen en solidaridad con sus congenres de clase Palestinos, se deben a las migajas que esos judíos reciben del estado judío, que está al servicio de los clanes poderosos economicamente, dice bien el entrevistador, al afirmar que en los EEUU, el Lobi judio no es muy numeroso, pero que cuentan con el respaldo de los poderosos económicamente de los magnates que no son judíos, dejando ver el fondo de los intereses de clase en el conflicto Palestino-Sionazi.
ResponderEliminarHaciendo un poco de memoria, recuerdo que en los componentes ideológicos del Frente para la Liberación de Palestina, figuraba un fuerte componente Marxista o Comunista, a esta organización, la infiltraron con otros pensamientos foráneos para desviar al movimiento de una estrategia de lucha de liberación nacional y de clase, pero ese movimiento era el verdadero enemigo a batir por el estado sionazi y sus patrocinadores del imperio anglosajón, siendo el FPLP perseguido y diezamdo, dando auge al reformismo de la OLP y por el extremismo yihadista conservador, que tan buenas escusas le han proporcionado al régimen sionazi, y sus aliados del golfo y occidentales. Considero de una gran importancia, que personas de naturaleza judía, abanderen la causa del Estado Palestino, como único sujeto político representativo de los pueblos Árabes y Judío, pero sin olvidar que ese único estado, a de contener una base de justicia social y política, igual que en Libia, Siria, el Egipto de Naser, y como fué la República Democratica de Afganistan, un estado laico y en todo caso respetuoso con todas las culturas y creencias que los pueblos tengan como símbolos de respeto y convievencia. Pero no debemos de olvidar la historia, y podremos ver que los conflictos que han sufrido esos países, tienen mucho que ver con causas de interés económico, y en todo caso, el conflicto ideológico, es la falsa bandera para someter a unos pueblos por el interés de las oligarquías económicas y financieras incluso pribilegios tribales pueden ser agitados para incentibar el conflicto que en el fondo, es un conflicto de intereses de clase. El capitalismo ha creado sus criaturas extranaturales, como el nazismo, el fascismo, el sionismo, y ahora de moda, está el yihadismo canibal para asustar a los pueblos por su crueldad. Toda esa cabernícola familia, tiene su origen en distintas épocas, en Wall Street.
Salud y Puño alzado en Rebeldía y armado hasta los dientes. Venceremos!!!.
Muchas Gracias Querido Pascual del Alma por tu comentario y analisis extenso, que sería para comentar más despacio y en persona, la pena es que vaya a tardar en poder ser ese debate y conversación...pero ya hablaremos aún sí más despacio sobre todo este tema que da para muchoooooooo, yo creo que en Palestina hay mucho más que un Conflicto de Clases, aunqeu si haya una cuestión de abuso de poder colonialista por parte de los Sionazis claro con el respaldo de EEUU, y de la Puta Europa y los régimenes ricos árabes ...Salud y Puño Alzado en Rebeldia, Venceremos, Palestina Vencerá. Un Abrazo
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