Ojos para la Paz
La Unión Europea carece de política propia. Todo lo que no sea una normativa para regular el tipo de almohada(que ha generado más de 100 directivas) está decidido directamente por Washington. De este modo ha acordado disposiciones para perseguir a los medios rusos, destinando un equipo de funcionarios y presupuesto específico para esta causa; y ha redoblado el bloqueo a Siria (económico, tecnológico, sanitario)...Y ha bloqueado a Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bielorrusia, Argelia...Y ha destinado presupuesto de la UE para la OTAN...Y ha financiado el golpe de estado en Ucrania...etc. etc. La Presidenta de la Comisión, la Sra. Úrsula von der Leyen está siendo sometida a una investigación por el Defensor del Pueblo (Europeo), a causa de sus estrechos vínculos con las empresas farmacéuticas, con las que suscribió convenios para el suministro de vacunas, convenios cuyo texto se negó mostrar al Parlamento Europeo, entre otras irregularidades.
https://izca.net/2021/10/08/la-ue-un-proyecto-politico-economico-en-descomposicion/
El eje franco-germánico funcionaba razonablemente bien por aquel entonces y tenía casi absoluto dominio en el seno de la UE, aunque pronto comenzaron a aparecer tensiones con los EEUU; los norteamericanos, una vez desaparecida la Unión Soviética, eran recelosos de cualquier proyecto que pudiera hacer sombra a su hegemonía global absoluta, aunque fuera de su misma sangre. España -de la mano de Aznar-, EEUU y Reino Unido escenificaron la famosa foto de las Azores. Los tres mosqueteros de esa maniobra yanqui alrededor de la Guerra de Irak. Aquella imagen fue la expresión icónica más importante de esa línea de trabajo.
Mientras, los impulsores del proyecto imperial europeo no
estaban de brazos cruzados, dedicando sus energías principales a poner en
marcha la moneda única, el euro, y a impulsar el finalmente fracasado Tratado
Constitucional Europeo (la creación de una Carta Constitucional común a todos
los países de la UE, quedando paralizada por el rechazo de la población
francesa y de los Países Bajos). Ante el fracaso de ese proceso, impulsaron su
plan B, el Tratado de Lisboa, que por cierto también fue rechazado por la
opinión pública allí donde fue sometido a referéndum (Irlanda, 12 de junio de
2008).
El Brexit fue una clara e importante señal de que la Unión
Europea no era percibida como una buena alternativa para una parte mayoritaria
de la población inglesa. Las injerencias constantes de la burocracia de
Bruselas en todos los planos en la soberanía británica fueron creando un clima de
desconfianza que desembocó en el referéndum (23 de junio de 2016) que dio la
mayoría a los partidarios de la salida de la Unión. Los poderes fácticos
europeos, entre ellos los mediáticos, vinculados al proyecto imperialista
propio, le daban pocos meses de vida al Reino Unido fuera de la Unión Europea;
no parece que las cosas vayan por ese camino.
La resolución del Tribunal Constitucional de Polonia, favorable a primar la legislación nacional en relación con la legislación comunitaria y, por tanto, dictaminar que varios artículos de los tratados de la Unión Europea son inconstitucionales en ese país, ha desatado el enésimo ataque de nervios en las estructuras de poder de la UE.
Como decíamos, los impulsores principales del proyecto
capitalista europeo elaboraron un proyecto constitucional para intentar dar un
paso definitivo en la arquitectura jurídico-política de la UE a principios de
siglo. Fracasaron. En el referéndum celebrado en Francia (29 de mayo de 2005)
la mayoría de la población rechazó ese proyecto; lo mismo ocurrió en los Países
Bajos (1 de junio de 2005). En España, bajo el Gobierno de Zapatero, con una
muy baja participación y sin actividad previa de información o reflexión, el
proyecto fue aprobado en referéndum el 20 de febrero de 2005.
La dirección de la UE decidió retirar el proyecto de
Constitución Europea, que inmediatamente fue sustituido por el plan B, el
Tratado de Lisboa, que se ratificó a través de los parlamentos nacionales
correspondientes, salvo en el caso de Irlanda, en el que, por exigencia de su
propia constitución, tuvieron que someterlo a referéndum, y de nuevo perdieron.
La mayoría de la población irlandesa rechazó el proyecto del Tratado de Lisboa
a pesar de que prácticamente todo el arco político, excepto el Sinn Féin, lo apoyaba.
En este caso optaron por repetir a los pocos meses el referéndum, para que así
la gente tuviera una nueva “oportunidad” de “votar bien”. Finalmente lo
consiguieron.
La mayoría de los medios de comunicación considerados
“progresistas” hacen una valoración negativa de la resolución del Tribunal
Constitucional polaco, alegando que este fue nombrado por el actual Gobierno y,
por tanto, no goza de independencia (parece ser que a diferencia de lo que
ocurre en el Estado español…). Asimismo, destacan que el Gobierno polaco tiene
similares planteamientos ideológico-políticos que Vox. Es obvio que el actual
Gobierno polaco es claramente reaccionario y absolutamente anticomunista, pero
eso no quiere decir que no tengan razón en defender su soberanía ante las intromisiones
de la burocracia de Bruselas en sus asuntos internos. Es además esencial
recordar cómo, desde esos mismos poderes que ahora se quejan de los
planteamientos del Gobierno polaco, se alentaron potentes campañas
anticomunistas; de forma similar se hizo en Hungría y en otros países del campo
del antiguo socialismo europeo, muy especialmente en Ucrania, sin reparos, en
este caso, en llevarlos hasta la guerra. De aquellos polvos, estos lodos.
Sin compartir en absoluto la ideología reaccionaria,
anticomunista o de revisionismo histórico sobre la Gran Guerra Antifascista,
entendemos que cada país defienda su soberanía ante las intromisiones externas
de poderes que además no tienen legitimidad democrática alguna.
Es un elemento de satisfacción para nosotr@s cuando diversas
administraciones de Justicia europeas dejan en evidencia a la administración de
Justicia española, heredada, como la monarquía, del franquismo. Pero ese plano
no nos puede impedir hacer análisis rigurosos de cada cuestión.
La denuncia del Tratado de Versalles, firmado al finalizar
la Iª Guerra Mundial, que obligaba al pago de unas pesadas cargas financieras
al Estado alemán que impedían afrontar cuestiones de primera necesidad para las
clases populares germanas, fue una de las claves del ascenso social y político
del Partido Nacional-Socialista en la Alemania de Entreguerras.
La defensa de la soberanía, de la lucha por su recuperación,
es una expresión principal de la dignidad de un pueblo.
El sistema capitalista a nivel global atraviesa una profundísima
crisis. No solo en el plano económico, sino en el político y en el ideológico.
En el caso concreto de la UE, esa crisis no solo es de una profundidad extrema,
sino que no hay visos de solución cabal alguna. Los reordenamientos
geoestratégicos a nivel mundial del sistema capitalista cada vez tienen menos
en cuenta a la UE como bloque. Nuevas alianzas basadas en otros criterios, como
el de la pertenencia a una “civilización común”, como es el caso del mundo
anglo-americano, o de la eficacia en la organización de la respuesta
político-militar al crecimiento y desarrollo de China y Rusia, van ganando
protagonismo. Ello conduce a unas circunstancias en las que, si la UE pierde
peso específico, el Estado español simplemente desaparece del escenario. No es
de extrañar, dado que el bloque dominante español ha renunciado a cualquier
tipo de soberanía en el ámbito internacional, especialmente a favor de la UE,
un proyecto en descomposición, como señalábamos. Tal es la situación que hasta
el Reino de Marruecos se permite chulear al Reino de España.
Izquierda Castellana, 8 de octubre de 2021