SOBRE UCRANIA, gran artículo de Joséluis Vázquez Doménech
Ojos para la Paz
"Estados Unidos sale de nuevo indemne y, lo que es
peor, reforzado en su inquebrantable carrera para que Europa se mutile, y Rusia
se descomponga."
Hola afirmacionista/pacifista
Siendo el objetivo de la OTAN derribar su muro del este y el
de Estados Unidos la adquisición de poder a cualquier precio, no son de
extrañar sus incesantes movimientos para instaurar un nuevo proceso de control
social y de sometimiento, cada vez más cerca del autoritarismo y de la
supresión de derechos fundamentales.
Otra cosa es llegar a comprender la catarsis popular, que en
nombre de un pacifismo televisado, adquiere tintes hegemónicos y de propaganda
universal. Si no fuera por las tristes consecuencias que todo ello va a tener
en un futuro muy cercano, los acontecimientos devienen inverosímiles y hasta
cómicos.
Del mismo modo que millones de personas “padecieron”
sufrimientos ostensibles durante el abandono de Afganistán por parte del
imperio, y empatizaron como nunca con sus mujeres hasta el punto de querer
traerlas a todas a nuestro occidente tan amigable, ahora las mismas personas
vuelven a pasar por ese proceso de humanismo incontrolable, y quieren traer a
todos los niños ucranianos para adoptarlos y ayudarles alejándoles del ruido de
las bombas.
Del mismo modo que millones de mujeres siguieron la estela
del me too, abanderadas por Hollywood y Femen, y decidieron salir a las calles
y hacer la revolución sin exigir una verdadera transformación, ahora las mismas
personas gritan a los cielos para que todas las palomas blancas aleteen con sus
consignas antibélicas.
Del mismo modo que media población de repente se sintió
ecologista y admiró el enorme trabajo de la juventud liderada por Greta
Thunberg, y tomó la decisión de tomar las calles para cambiar el planeta
(mientras las verdaderas líderes eran asesinadas sin contemplación alguna en
Latinoamérica), ahora las mismas personas contraatacan señalando a Rusia sin
miramientos.
Del mismo modo que la población europea se encandiló con un
tal Obama, y aplaudió hasta con las orejas su triunfo electoral, a la búsqueda
como estaba de líderes justos y poco agitadores (olvidándose milagrosamente de
todas las guerras que provocó), ahora las mismas personas exigen con los
corazones rotos la paz perpetua como si les fuera la vida en ello.
Del mismo modo que los medios señalan con el dedo, y la
gente avanza a paso firme al lugar señalado, llegará un día en que perseguirán
comunistas y algún que otro periodista despistado. Y llegará un día en que
impondrán sus designios a la luz de la censura institucionalizada, y arropados
por la mágica autocracia global saldrán a las calles a celebrar el triunfo de
una nueva forma de tiranía, encubierta de mayorías de temerosa ignorancia.
En una de mis últimas intervenciones advertí con claridad
que podíamos caer más bajo aún y, en el breve plazo de un mes, hemos caído al
precipicio. Habitantes de todas las urbes piden la paz hasta en la cola de los
supermercados, los estadios se llenan con las banderas ucranianas, las calles
estallan con el estruendo de millones de voces contra las batallas, los
gobiernos se apresuran a lanzar sus ayudas humanitarias, y los informativos…,
los informativos arruinan nuestras vidas. “Acaba de comenzar una guerra”, y
todas las campanas repican en las conciencias de las personas.
Esas personas… ¿Dónde habitaban hasta ayer? ¿Dónde escondían
su rabia y su dolor? ¿Dónde depositaron sus palabras y sus miedos? ¿Dónde
protestaron ante las tropelías? ¿Dónde escribieron de impotencia y doloridas?
¿Dónde olvidaron sus vergüenzas?
De la noche a la mañana, las mismas personas, todas y cada
una de esas personas descubrieron que había una guerra, y que semejante
despropósito no se podía tolerar. Emocionadas e impulsadas por un destello
interior, y armonizando con un nuevo mundo, se despojaron de todas sus
vestiduras y se encaminaron con paso firme hacia una nueva regeneración de sus
vidas y el planeta. Y por todo ello, les estamos sumamente agradecidos. Y si no
fuera porque no nos lo permiten, estamos a nada de exigir que el próximo premio
nobel de la paz sea para todas ellas, como sorprendente labor humanitaria nunca
vista hasta ahora.
Arremeter contra Putin se ha convertido en un deporte
olímpico, pero no es más que una automatización de la mirada enquistada. Es tan
sencillo lanzar dardos contra su diana como alabar, por ejemplo, la resistencia
de un pueblo luchando por su vida. Las dos caras de la misma moneda. Las dos
caras del desconocimiento.
Estados Unidos sale de nuevo indemne y, lo que es peor,
reforzado en su inquebrantable carrera para que Europa se mutile, y Rusia se
descomponga. Es una jugada tan malvada como planeada, pero la ciudadanía de
este continente está maltrecha, herida por una afección informativa espartana.
Incomprensible, pero real. La cultura del monopolio globalizador ha hecho
estragos, y sus redes han atrapado hasta al austero lector de novelas de
evasión. Lo vamos a pagar caro, muy caro.
De nada sirve que cien guerrilleros de las redes lleven años
interceptando los mensajes que lanzan los políticos y sus amigos los periodistas
desde sus guaridas, y los divulguen avisando de la catástrofe. De nada sirve
que llevemos años mostrando, con toneladas de información y documentación los
planes del imperio. De nada sirve gritar en medio del narcotizado aforo del
capitalismo; el público se entretiene con todo aquello que se divulga, como pez
hambriento en medio de un mar extenso y sin vida.
Se sale a los balcones con la misma facilidad con que uno se
puede ir de compras. Y hoy, se habla de la guerra como si ayer no la hubiera.
Siria, Sudán del Sur, República Centroafricana, Nigeria, República Democrática
del Congo, Afganistán, Irak, Yemen… No. No hay guerras en el mundo. La primera
desde 1945 es ésta de Putin. La más tenebrosa, la más escandalosa, la más
impune.
Todo lo demás es un simple juego, una invención comunista
para distraer a los conspiranoicos. No hay maldad en el mundo. Solo Rusia
encierra una crueldad necesitada de cirugía. Pero estamos acostumbrados. Las
cerillas alumbran más cuando toda la cajetilla se enciende al mismo tiempo. Y
todo occidente está ahora mismo ebrio de luz, iluminada por la OTAN y los
Estados Unidos de América. Siento cada vez más vergüenza del mundo que me
rodea.
El 02 de mayo de 2014 fueron quemados vivos en Odessa, por
los neonazis ucranianos, 36 miembros de organizaciones comunistas y de
izquierda. Asesinados por los mismos grupos neofascistas que respalda Ucrania
y, por tanto, la UE y EEUU. Quienes sobrevivieron en la Casa del Sindicato
donde se produjeron los tristes sucesos, fueron enviados a prisión, acusados de
terrorismo. Pero los pacifistas que ahora brotan como setas no olieron esos
cuerpos calcinados, dado que sus informantes nada les dijeron.
En la charla que dimos en el Club de Amigos de la Unesco,
Javier Parra, José Couso, Evgeny Evdokimov, Purificación G. De la Blanca y yo,
el 28 de enero de 2017, denunciamos el acoso y derribo a Rusia. Hablamos de la
estrategia del caos, del nuevo orden mundial, del papel de la OTAN y de otras
muchas historias muy tristes. Lógicamente, no os contaron nada de esa charla en
televisión. Pero quienes fueron, saben muy bien lo que allí aconteció. Saben
muy bien que todo lo que hoy está sucediendo, es algo tan sencillo como un
plan. Que viene de atrás, del lejano occidente. Y, lógicamente, no es que no
nos pille desprevenidos, es que todo nos termina por hacer mucha gracia. Oliver
Stone piensa lo mismo. Desde que produjo el documental sobre Ucrania del que ya
dimos cuenta, está desterrado, por intentar ser un periodista. Julian Assange
también sabe mucho de eso. Está encerrado, por intentar ser un periodista. Hace
pocos días detuvieron en Polonia, en un pueblo fronterizo con Ucrania, al
reportero vasco Pablo González, por intentar ser un periodista. De las millones
de personas que éstos días están compungidas y clamando por el arresto de Putin
no van a detener a nadie. Sencillamente, porque el bando de los buenos y de los
demócratas está de parte de Ucrania.
Desde 2014 a 2022 se calcula que Ucrania ha matado a unas
diez mil personas en el Donbass, con continuas incursiones y bombardeos, sin
que un solo medio de comunicación de masas nos informara de ello, sin que un
tierno pacifista europeo clamara al cielo ante la barbarie. Una persecución
contra una población olvidada por un dios nada poderoso.
El departamento de propaganda sabe de sobra cómo engañar a
la población, cómo domesticar y cómo afianzar los valores adecuados para su
causa. El goteo continuado de información antirrusa ha hecho de Europa, durante
todo este siglo, un enjambre de ciudadanas y ciudadanos ejemplares,
convirtiéndolos sutilmente en belicistas pro OTAN. Si, en auténticos
belicistas, apadrinados por la histeria colectiva y el miedo, incendiando su
lado amable y quebrado de información delictiva.
Para quienes llevan mucho tiempo luchando, de verdad, contra
las guerras, el actual capítulo ucraniano es una especie de consolidación del
final de una era. El telón ha caído, y un nuevo capítulo de nuestra historia
comienza a abrirse paso. Sobre el escenario, las arenas movedizas europeas.
Como escribe Heden Delnz, Ucrania no es más que un caballo
de troya introducido por los EEUU en la frontera, y éstos vuelven a abrirse
paso colocando los cimientos para nuevas guerras en Europa (entre europeos),
para que puedan salvar así su agonizante modelo capitalista. Pero eso sí, sin
que caiga una sola bomba en su país, mientras nosotros nos destrozamos sumisos
a sus consignas.
El primero de marzo Joe Biden ofreció su primer discurso del
estado de la Unión: “Pasaremos esta prueba. Para proteger la libertad y la
autonomía, para expandir la equidad y las oportunidades. Salvaremos la
democracia”. Muy interesante. Los mismos que provocaron el cambio de gobierno
en Ucrania y financiaron a grupos nazis y se sirvieron de ellos para sus
propios propósitos nos dicen que van a salvar la democracia. Los mismos que hoy
han trasladado a unidades de combatientes de Al-Qaeda al frente ucraniano nos
dicen que van a proteger la libertad. Y mientras, el mundo lo celebra. El mundo
aplaude las restricciones, las amenazas, los embargos y las sanciones
económicas, deportivas y culturales a Rusia. Estamos jugando con fuego, y
Europa, sobre todo, está dando alas a un nuevo tipo de fascismo, que deambula
de un lado para otro, a través de “grupos rebeldes” que son capaces de
instalarse en las cúpulas del poder. Jugando con fuego.
OTAN No, Bases fuera
posdata con un poco de humor: La Federación Internacional
Felina (FIFe, por sus siglas en francés) también se ha sumado a las sanciones
contra Rusia y ha decidido imponer restricciones a los gatos criados en el país
euroasiático.
En un comunicado, la entidad afirmó estar "conmocionada
y horrorizada" por la operación militar rusa en Ucrania y que no podía
quedarse de brazos cruzados. Por esa razón, decidió que a partir de este 1 de
marzo "ningún gato criado en Rusia puede ser importado y registrado en los
libros de pedigrí FIFe fuera" del territorio ruso.
Además, "ningún gato que pertenezca a expositores que
vivan en Rusia podrán participar en ninguna feria organizada por la FIFe
fuera".
Como han sugerido algunos internautas, estaría bien que
Occidente imponga sanciones al viento del norte, que sopla a través de Rusia.
MENSAJE A RTVE Y DEMAS MEDIOS DE COMUNICACION OFICIAL
Dejen de mentir manipular, tergiversar la opinión publica sobre Ucrania, .... igual que mienten más que hablan sobre Palestina, Sahara Libia ,Siria, Cuba Venezuela....o el mismo COVID.... Deberia darles verguenza intoxicar la opinion publica de la forma que lo hacen..
Además como dice un dicho de Mejico " No se puede tapar el sol con un dedo", la Verdad siempre sale a la luz por mucho que se quiera ocultar....